Beber agua forma parte de un determinado estilo de vida que las campañas publicitarias se encargan de alentar con la excusa de la eliminación de toxinas y la pérdida de peso. El consumo de agua tiene algunas claras recomendaciones, pero también tiene sus contraindicaciones en algunos problemas de salud, como la insuficiencia cardíaca. En esta enfermedad, si no se moderan los líquidos que se ingieren, el corazón tiene dificultades para manejarlos y aparece dificultad para respirar (por la acumulación de líquidos en los pulmones) y hinchazón de las piernas. Por este motivo, hay que ser precavidos antes de forzar a las personas mayores a que beban una abundante cantidad de líquidos.
Por otra parte, tomar abundantes líquidos se ha mostrado beneficioso para prevenir infecciones urinarias y cálculos. Es de sentido común tener en cuenta que la cantidad de líquidos que hay que beber tiene que ver con las pérdidas. De esta manera, si se suda en exceso o hay pérdidas excesivas (como en el caso de una gastroenteritis) el aporte debe ser mayor.
Vino
La referencia más antigua sobre el vino parece pertenecer al Antiguo Testamento, cuando "Noé comenzó a labrar la tierra, y plantó una viña; bebió el vino y se embriagó" (Génesis 9-21). Esta referencia marca la presencia del vino en la tradición judeo-cristiana desde los primeros tiempos. En la Biblia aparece citado más de 200 veces (en algunos de las citas, se llama también a la moderación en el consumo...), lo que es una muestra de su gran importancia en todas las culturas de la zona: Babilonia, Egipto, Sumer, etc. Más tarde, adopta un papel clave en el ritual cristiano.
En el mundo Clásico el vino también ha tenido siempre un lugar privilegiado. En Grecia y Roma los dioses del vino eran muy venerados por sus poderes embriagadores y afrodisíacos. Homero describió algunos de los vinos cultivados en el norte de Grecia con uva moscatel como “dulces como la miel” Se organizaban fiestas y orgías en honor a los Dioses, en las que abundaba el vino, los manjares y los placeres sexuales. El vino se asociaba en el mundo clásico con el amor y el disfrute carnal, pero también con la tranquilidad, el descanso y el alivio.
En todas las civilizaciones en las que ha estado presente, el vino se ha introducido en la cultura integrándose entre los valores propios de ella. Así mismo, el vino también ha sido una forma de expansión cultural: los romanos plantaron viñedos por toda la Europa Mediterránea. Hay una leyenda de cómo Dionisos conquistó Asia hasta la India con un ejército de músicos y bailarines que danzaban y ofrecían vino... se puede interpretar como una alegoría mitológica del poder cultural del vino.
En el antiguo Egipto se han encontrado vasijas de vino con 'etiqueta', es decir con el nombre del productor, el viñedo y el año inscritos. Este hecho nos indica que la preocupación por la calidad del vino viene de lejos...
También los romanos demostraron un gran interés por la calidad del vino y por definir cuáles eran los mejores viñedos. Vemos aquí un origen de la asociación clima + terreno tan usual en los cánones de calidad para el vino en el Viejo Mundo.
Después de la caída del Imperio Romano, en Europa el desarrollo de la viticultura y de la enología corrió a cargo de los monjes cristianos, que pusieron mucho empeño en mejorar todos los sistemas de elaboración de vino, aprovechando para ello los viñedos heredados de los romanos. No es casualidad que las regiones con mayor tradición vinícola en Europa, suelen ser también las que tenían mayor concentración de monasterios y enclaves religiosos. Podemos ver también hoy como muchas bodegas (algunas de ellas muy recientes) recurren a nombres latinos para sus vinos, o rehabilitan o usan comercialmente antiguos edificios, monasterios o abadías, ubicados entre sus viñedos.
Francia, Italia y España son los grandes productores y exportadores de vino desde el Medievo. Para el hombre medieval el vino era un producto de consumo habitual y hasta necesario, ya fuere como aporte calórico, ya fuere como para que su grado alcohólico ayudara a conservar y a eliminar algunas bacterias.
A medida que las ciudades crecían y aumentaba la riqueza de la burguesía, comenzó a crecer la demanda de vinos de más calidad. Burdeos fue la primera región donde la ancestral preocupación por la calidad de los viñedos dio lugar a una definición del sistema de Grand Cru, en el s. XVIII. El Comercio del vino ese expande y su historia se divide entre las grandes casas productoras de vinos muy buscados y demandados para lucir en las mejores mesas, y el de los vinos de granel, descuidados en muchas ocasiones, servidos de cualquier forma y en cualquier lugar.
Viñas en Tacoronte. Tenerife
Cerveza
Sea como fuere, las evidencias más antiguas de producción de cerveza datan de alrededor del 3.500 a.C. y se fueron halladas en el actual Irán, aunque se cree que seguramente su origen se remonta a mucho antes, quizá desde el 10.000 a.C.
Fue desarrollada por elamitas, egipcios y sumerios, y a través de los años transmitida a otras civilizaciones posteriores. Se sabe que la elaboración se hacía primeramente con espelta (cereal antecesor del trigo) y más tarde con cebada. Hay testimonios gráficos que describen distintos procesos según el origen.
En muchos
casos se troceaban unos panes fermentados, se calentaban y hervían en
agua y se volvían a dejar fermentar. Luego la mezcla se chupaba con
cañas para evitar así los grumos. La cerveza tuvo un papel muy relevante
en la vida de los egipcios, era considerado un alimento básico, como lo
fuera el pan, e incluso servía como pago a los trabajadores. También
fue usada en ceremonias religiosas y por altos mandatarios, con lo que
seguramente ya entonces existieron distintas calidades y variedades.
Los
celtas fueron los que extendieron su uso y conocimiento por toda la
península ibérica. Pero más tarde, con la romanización, la mediterránea
se consolidó como una zona básicamente vinícola. La cerveza
se producía en el norte y centro de Europa y adquiría la forma de lo
que entendemos hoy por cerveza.
SIDRA
Durante la Edad Media cuando la Iglesia adoptó la cerveza como su bebida en los monasterios. De este modo apareció la “cerevisa monacorum”, cerveza de los monjes con denominación de origen.Las condiciones higiénicas de la época y la insalubridad del agua, que era fuente transmisora de infecciones, hizo que los monjes la hirvieran junto con cereales con lo que se obtenía no sólo una bebida más sana, sino también un alimento fuente de azúcares y nutrientes.
La cerveza cuando llegó a la Europa del Norte era una sopa turbia de pan que sólo elaboraban las mujeres como una tarea más en sus actividades domésticas. Dicha bebida formaba parte esesncial de la alimentación y permitía a las gentes de aquellos tiempos obtener energía de forma más eficiente que si sólo lo hacían a base de pan. Pero este líquido turbio evolucionó. ¿Quienes tenían tiempo para dejar fermentar la cerveza y obtener un producto de mejor calidad?. Los monjes en sus monasterios, por supuesto!
Los monjes, que eran muy listos y sabían lo que hacían, en los días de ayuno en lo que no podían comer, bebían cerveza, pero éstos no bebían la misma cerveza que los visitantes, no señor. Su cerveza se elaboraba con doble ración de malta, era más dulce, oscura y alcohólica. ¿Y pensáis que el abad bebía la misma cerveza que sus monjes?. No señor. El abad disfrutaba de una cerveza con triple cantidad de materia prima, como debe ser.
La fascinación por las experiencias que vivían los monjes franciscanos alemanes para sobrevivir a la cuaresma sin tomar apenas alimentos fueron las que motivaron a J.Wilson, un hombre de 38 años que escribe habitualmente sobre cerveza en un blog, a adentrarse en un reto que consistía en comprobar que el llamado “pan líquido” era realmente suficiente para ayunar durante 40 días y 40 noches, desde el miércoles de ceniza hasta la Pascua.
Wilson cuenta a través de su blog“Diario de un monje a tiempo parcial” cómo elaboró de forma casera este brebaje, el cual le aportaba unas 1.200 calorías por cada 4 pintas de cerveza. Por el momento, parece ser que los monjes dieron en el clavo.
Se cuenta que :
Arnoldo de Metz (580-640) se propuso que sus paisanos bebieran cerveza y a lo largo de su vida no dejo de anunciar sus beneficios para la salud. Pero no sólo por sus bondades para el bienestar interior del cuerpo sino porque beber cerveza era seguro debido a la forma como se elaboraba. Consumirla era por lo tanto sano y seguro.
En su esfuerzo para que la gente bebiera
cerveza y dejara de beber agua, que en aquella época era de escasa
calidad, repitió hasta la saciedad "No bebáis agua, bebed cerveza".
Y lo llevó a tal extremo y su fe fue tan
grande en los poderes de la cerveza que durante una de las innumerables
epidemias que asolaron su época puso un crucifijo sobre un barril de
cerveza y "obligó" a los habitantes que bebieran únicamente el contenido
de lo que el denomino cuba "milagrosa". Y así fue, todos aquellos que
bebieron sortearon la muerte, la cerveza extinguió en pocos días la
epidemia que acababa con aquellos que tomaban agua.
En épocas de peste no morían las personas borrachas sino las que bebían agua .
SIDRA
Pescadores del Cantabrico
La relación entre la navegación y la sidra, es histórica.
Los
pescadores de la zona : vascos,cantabros y asturianos en sus largas
navegaciones de pesca del bacalao, ballena, .... Usaban la sidra para
poder subsistir.
El escorbuto era uno de los mayores
problemas de los pescadores; pero gracias a la Vitamina C de la sidra,
los pescadores aguantaban mas tiempo y esfuerzo
No hay comentarios:
Publicar un comentario