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2 de enero de 2014

Las Hormigas y el Planeta

 

Si nos ceñimos a la biomasa, es decir, al peso total de todos los individuos, las hormigas ganan de calle la competición por ser el animal más abundante del planeta, igualando el peso de todos los hombres (y mujeres) juntos. Lo cual tiene mucho mérito, teniendo en cuenta que la hormiga media pesa una millonésima parte del humano medio, es decir 0,000065 kilos.
Según los cálculos de Bert Hölldobler y Edward Osborne Wilson en su maravilloso compendio “Las hormigas” (1990), las hormigas y sus lejanas parientes las termitas acapararían “un tercio de toda la biomasa animal terrestre”. Un estudio realizado en Finlandia concluyó que el 10% de la biomasa animal estaba formada por hormigas, una cifra que se elevaba hasta el 15% en el caso de la selva de Brasil. En el Amazonas, nos cuenta Wilson, “las hormigas tienen más de cuatro veces la biomasas de todos los vertebrados terrestres juntos: aves reptiles, anfibios y mamíferos”.
Suponiendo un peso medio unitario de 65 kilos, todos los humanos vivos juntos pesamos 455 gigatoneladas, un peso parecido, según Wilson, al de todas las hormigas pero con un pequeño matiz: ellas son 7.000 billones, a razón de un millón por cada uno de nosotros.




Las hormigas, a pesar del poco interés que suelen suscitar, tienen una enorme importancia en los ecosistemas. Una de las especies más extendidas, la hormiga argentina, causa graves problemas tanto en entornos humanizados como en el medio natural.
En los tres últimos siglos se ha producido una explosión en la dispersión de especies de hormigas plaga, principalmente por el desarrollo de los transportes y la degradación del medio ambiente. Muchas de estas invasiones han sido de poca importancia, con especies que han ido sólo ligadas a medios humanizados, o que han sido capaces, quizá después de un inicio más agresivo, de adaptarse a las comunidades. Pero otras son o han sido invasiones más graves con eliminación de especies nativas. Algunos ejemplos son: Solenpsis invicta, Monomorium pharaonis, Wasmannia auropunctata o Linepithema humile (hormiga argentina). Estas especies tienen una serie de características comunes que favorecen su dispersión y asentamiento.

En la Península Ibérica, según un reciente estudio de Xavier Espadaler (Universidad Autónoma de Barcelona) y Cedric Collingwood (City Museum, GB-Leeds), hay unas 11 especies de hormigas no nativas. Algunas de ellas aparentemente no causan problemas al hombre o a los ecosistemas, mientras que otras, como por ejemplo la hormiga argentina, pueden ocasionar importantes daños.
Habitualmente el efecto más inmediato de estas hormigas plaga es el desplazamiento de especies nativas. Pero, ¿qué interés puede tener la desaparición de unas especies de hormigas, si después de todo van a ser reemplazadas por otras?

La importancia de las hormigas en los ecosistemas ha sido de sobra reconocida. En primer lugar, están distribuidas prácticamente por todo el mundo, los únicos lugares libres de hormigas nativas son la Antártida, Islandia, Groenlandia y algunas remotas islas de los océanos Atlántico e Índico. En segundo lugar, forman un grupo dominante en la mayoría de los ecosistemas, tanto por la densidad de individuos, como por la biomasa animal. En algunos bosques tropicales, pastizales, etc. se ha calculado que más del 10% de la biomasa animal total la constituyen las hormigas. Esto hace que su papel dentro de los ecosistemas sea fundamental. Por ejemplo: en la mayoría de los hábitats terrestres están entre los depredadores principales de otros invertebrados; las hormigas cortadoras de hojas son los mayores herbívoros de Centro y Sudamérica; en los desiertos las hormigas granívoras compiten activamente con los mamíferos por las semillas; son presas de muchos vertebrados y otros invertebrados; se estima que las semillas de aproximadamente el 35% de plantas herbáceas son dispersadas por hormigas; es el grupo que en mayor medida renueva el suelo, tanto por la tierra que mueven como por proporcionarle gran cantidad de nutrientes…
Cualquier tipo de afección sobre un ecosistema, incluida la introducción de especies de hormigas exóticas, puede ocasionar insospechadas alteraciones. En este caso, no sólo se deben temer los efectos no calculados, sino que al conocer el papel que cumplen en los ecosistemas muchas especies de hormigas, se puede llegar a intuir qué sucederá tras su desaparición.
Pero, ¿cuáles son los senderos biológicos que proporcionaron el éxito a las hormigas? Posiblemente el hecho de que fuera el primer grupo de insectos depredadores sociales sobre la tierra. El comportamiento social es raro en invertebrados, sólo aparece en algunos grupos de himenópteros y en termitas. Las colonias hacen posible disfrutar de muchas ventajas frente a los individuos solitarios, al permitir el reparto de las tareas de la colonia o en la búsqueda y defensa de las fuentes de alimento.
A pesar de su importancia, existe un gran desinterés por estos animales en nuestras sociedades desarrolladas. Sin embargo, algunas sociedades primitivas les prestan más atención. Los Yanomami (indígenas del Orinoco y Amazonas) son cazadores-recolectores y poseen sólo los rudimentos de una incipiente agricultura, sin embargo reconocen al menos 39 especies de hormigas, a pesar de que aparentemente no les dan ningún uso. Los Yecuana, una sociedad también cazadora-recolectora aunque algo más adelantados en agricultura, reconocen 36 especies de hormigas y tienen al menos 18 usos médicos y leyendas míticas.


La hormiga argentina (Linepithema humile) se está extendiendo por todo el mundo, sobre todo por zonas de clima tipo mediterráneo (principalmente entre 30-36º de latitud norte y sur), con primeras fechas de detección, fuera de su Brasil de origen, a finales del siglo XIX. En Europa, las primeras citas datan de 1904, y en España de 1923, aludiendo a su carácter de plaga agrícola, ya que, aunque omnívora, establece con frecuencia una relación simbiótica con pulgones y cochinillas, de manera que se alimenta de su secreción y a cambio los protegen de depredadores y parasitoides, con lo que las poblaciones de estos insectos crecen de gran manera y causan problemas a los cultivos.
Se trata de una especie con individuos relativamente pequeños (2,2-2,6 mm las obreras y 4,5-5 mm las reinas), pero fácilmente localizable y reconocible por su color caramelo y las grandes colonias que forma.
Esta especie causa problemas tanto en lugares humanizados como en medios naturales. En el primer caso, la hormiga argentina se comporta como plaga doméstica (sobre todo por atacar las despensas) o problema sanitario, al haberse detectado que actúa como vector de microorganismos patógenos en hospitales. También ocasiona daños en medios agrícolas, por la relación antes descrita con pulgones y cochinillas.
Como plaga en ambientes naturales, altera de forma importante las especies en los lugares que coloniza. Las primeras perjudicadas son las otras hormigas, pero igualmente afecta al resto de la comunidad de invertebrados y por consiguiente a los animales que se alimentan de ellos.

Los efectos sobre la flora tienen lugar de diferentes formas. Por un lado, por la relación que establece con pulgones y cochinillas que perjudica a las plantas y, por otro, por perturbar y eliminar a polinizadores y dispersores de semillas, con lo que se producen cambios importantes en la comunidad vegetal. En Sudáfrica se ha encontrado que la dispersión de las semillas de numerosas especies depende de la fauna nativa de hormigas, por lo que tras la introducción de la hormiga argentina se han producido extinciones locales de muchas de las plantas como consecuencia del desplazamiento de los formícidos nativos.

¿Qué factores son los que favorecen la dispersión y la colonización de la hormiga argentina? Por un lado, al abandonar sus hábitats naturales, dejan atrás parásitos y depredadores que ejercen un control sobre sus poblaciones. Por otro lado, algunos aspectos de su propia biología, similar a la de otros exitosos invasores, favorecen su expansión y asentamiento. Así, presentan grandes colonias poligínicas y policálicas (con numerosas reinas y nidos), con habituales intercambios de obreras y reinas, y con posibilidades de cambiar fácilmente su localización en respuesta de alteraciones ambientales. Muestran reclutamiento en masa, es decir, cuando encuentran una fuente de alimento, o alguna situación peligrosa, advierten de su presencia a otras obreras de su colonia gracias a un eficiente sistema de comunicación química, mediante feromonas. Las reinas son fecundadas en el interior de los nidos, por lo que no presentan vuelos nupciales, sino que se dispersan por gemación (una o más reinas se alejan unos metros del nido junto con un grupo de obreras). Este sistema favorece la formación de nuevas colonias puesto que las reinas cuentan desde el principio con la ayuda de obreras, además de ahorrarse los peligrosos vuelos nupciales.
 Así, según un equipo internacional de investigadores, encabezados por Laurent Keller de Suiza, no se encontraron agresiones entre individuos de prácticamente todas las colonias estudiadas en esta área, que por otro lado presentan grandes similitudes genéticas. Por ello, las consideran como una gigantesca supercolonia que se extiende a lo largo de 6.000 km de costa y que se compone de millones de individuos. Se pueda hablar de una supercolonia de estas características o no, el caso es que al entrar en contacto colonias de hormigas argentinas cercanas, no suelen producirse agresiones, sino que fusionan los territorios expulsando de ellos a las especies nativas.Las grandes sociedades que constituyen las hormigas argentinas presentan una alta demanda de recursos. Por otro lado, esta especie es generalista en su alimentación. Por todo ello, entran en competencia con un amplio rango de especies, lo que se conoce como “competencia difusa”. A pesar del reconocido carácter invasor de la especie, las referencias de su comportamiento en ambientes naturales son muy escasas, prácticamente inexistentes en Europa.

1 comentario:

Unknown dijo...

Creo que no hicisteis bien los cálculos.
Somos 7.000 millones de humanos, a 65 kilos = 455.000 millones de kilos, o lo que es lo mismo, 455 millones de toneladas (455 megatoneladas)